Somos una Escuela Popular con más 30 años de historia que trabaja en la alfabetización y la educación continua de personas mayores.

Nuestra Escuela es una asociación sin ánimo de lucro formada por educadoras y educadores voluntari@s y alumn@s con muchas ganas de aprender.

Somos, estamos, contamos...

jueves, 18 de octubre de 2012

UNA BREVE APROXIMACIÓN AL PAPEL DEL VOLUNTARIADO EN LA EDUCACIÓN DE PERSONAS ADULTAS

La participación del voluntariado en la Educación de Personas Adultas (EPA) en España ha estado muy vinculada a la génesis y desarrollo de esta modalidad educativa pues, salvo contadas excepciones, la labor altruista de organizaciones y personas se ha destacado como su elemento más significativo. Efectivamente, a lo largo del s. XIX y primer tercio del s. XX, al margen de las escasas actuaciones oficiales que, en su mayor parte, dieron pobres resultados, en materia de educación de adultos se llevaron a cabo numerosas y eficaces acciones cuyo factor común fue el voluntarismo de sus promotores (los Ateneos Obreros, los Círculos Católicos o las Universidades Populares de la Institución Libre de Enseñanza, por ejemplo), voluntarismo impregnado de una honda carga ideológica, política o religiosa.

Este pluralismo “militante” desaparece tras la guerra civil y resurge con intensidad durante los años ’70 y ‘80, coincidiendo con la fuerte dinámica reivindicativa político-social del momento. Así, bajo el patrocinio de asociaciones vecinales, parroquias, cooperativas, grupos de profesionales o clubes culturales nacen un gran número de colectivos renovadores que desplegarán una febril actividad en el campo de la EPA (basada en el trabajo voluntario y aplicando modelos alternativos) y que contribuirán profundamente a la adaptación del modelo educativo oficial heredado del franquismo a las nuevas exigencias de la sociedad española. No estuvo tampoco ausente en estos grupos el compromiso, generalmente desde posiciones de izquierdas o cristianas progresistas, con el proceso de recuperación de las libertades democráticas que se estaba gestando en el país.

 
La EPA en nuestra Comunidad 

Si bien corresponde a la administración central la determinación de los objetivos generales y la regulación de la obtención de títulos académicos son las comunidades autónomas las que asumen la planificación y gestión de la EPA en sus respectivos territorios. La Comunidad de Madrid cuenta con una red de algo más de medio centenar de centros repartidos por toda la región en los que se desarrolla una amplia gama de programas y cursos para adultos, totalmente gratuitos e impartidos por profesionales capacitados. Paralelamente, algunos ayuntamientos ofrecen, también con personal profesionalizado y a través de universidades populares y centros culturales, diversas actividades en este ámbito. El mapa de la EPA en la región se completa con un heterogéneo abanico de ONG’s, asociaciones y “escuelas populares” que actúan en los barrios de Madrid y en las grandes poblaciones de su periferia. Supervivientes o herederas de aquellos colectivos ya señalados, estas organizaciones sin ánimo de lucro atienden a los sectores sociales más desfavorecidos y discriminados, para lo cual han estado recibiendo hasta ahora subvenciones de la administración. Aunque cada entidad tiene su propia personalidad, sí coinciden en que sus educadores son en su mayoría voluntarios.

 


Las funciones del voluntariado

En principio, las Escuelas Populares están impulsadas de forma altruista por los ciudadanos más inquietos y sensibilizados con las necesidades y aspiraciones de su barrio o población. Desde su compromiso con lo local y concreto, el voluntariado contribuye a la creación de redes solidarias en el barrio y de redes solidarias en la propia organización. Un ejemplo: los nuevos espacios de sociabilidad para la autoayuda y la convivencia que establecen las alumnas en nuestras “escuelas populares”. Esto se acompaña de otro aspecto importante: el del aprendizaje social, facilitado por el propio modelo de organización autogestionaria de estos colectivos.

 Al vivir en el barrio, los voluntarios tienen un contacto cotidiano (esto es, ni sólo ni principalmente en el aula) con el alumnado, y conocen perfectamente su entorno porque es compartido. Ello les permite la posibilidad de anticiparse a la administración en la detección e intervención directa ante necesidades y problemas emergentes.

Por otra parte, el trabajo del voluntario no está tan encorsetado como el del profesional y la propia dinámica de estas entidades permite que aproveche al máximo su capacidad de iniciativa. Es ésta otra finalidad del voluntariado (y que se ha demostrado en infinidad de ocasiones, con el reconocimiento por parte de organismos nacionales e internacionales): servir de laboratorio a experiencias innovadoras que después serán recogidas y traducidas a los modelos oficiales.

Pero no sólo aportan estas organizaciones ideas y experiencias, sino también personas, al ser unas excelentes canteras para el aprendizaje de futuros profesionales de la EPA: educadores, técnicos y teóricos que engrosan las filas de la administración educativa han colaborado, y en muchos casos lo continúan haciendo, en ellas.

 No olvidaremos señalar lo que es patrimonio tradicional y valioso del voluntariado: la generosidad, la cual practicada con ilusión y optimismo “humaniza” la intervención educativa y rompe moldes. El voluntario es un exportador y ejemplo de solidaridad.

 
Por último, hay una función del voluntariado esencial: su papel político. La madurez alcanzada por la sociedad española y por su tejido social ha conjurado el fenómeno del adoctrinamiento que, como hemos visto, tanto se difundió (quizás necesaria e inevitablemente) en el pasado. Pero ello no quiere decir que estas ONG’s deban renunciar a jugar un rol político, limitándose a la sola prestación de servicios. ¿En qué perspectiva se sitúa este papel? Indudablemente, en la voluntad de transformación socio-cultural al entender la EPA como un poderoso instrumento con el que afrontar situaciones de desigualdad incompatibles con la democracia y los derechos humanos. Y, por supuesto, en el ejercicio imprescindible de la crítica y la denuncia de estas mismas injusticias.

En definitiva, las administraciones educativas deben apoyar la función del voluntariado porque significa dar protagonismo a la “gente”, a la sociedad civil, en nuestro caso, a los cientos de mujeres y hombres que acuden a estos centros no oficiales para materializar sus inquietudes solidarias con los más cercanos, con sus vecinos, dedicándoles todo su esfuerzo, sus conocimientos y su tiempo libre. En la ESCUELA DE PERSONAS ADULTAS “PUEBLO DE VALLECAS” llevamos más de 25 años trabajando, todos como voluntarios, en la alfabetización, educación y animación sociocultural de personas adultas del distrito madrileño de Villa de Vallecas, una experiencia popular que se ha demostrado absolutamente positiva y que es apreciada por vecinos e instituciones.

 El bienestar de un ciudadano no es sólo responsabilidad propia y del Estado, sino también de las personas que le rodean. No todo se arregla con leyes y dinero (siendo ambos fundamentales): nuestras instituciones están obligadas a ofrecer un servicio público cada vez más eficaz y, al mismo tiempo, a garantizar espacios vitales pluralistas, abiertos y de “vanguardia” que vayan horadando nuevos caminos: por la senda de la solidaridad, entre otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario